Alfredo Vieira aprendió de su padre el oficio de mecánico automotriz y hoy es un flamante emprendedor que desarrolló un sistema para la reparación de los inyectores del motor tan exitoso, que ya está siendo comercializado en varios países centroamericanos. Iniciado a los 17 años en el mundo de los motores, Vieria dice que siempre le llamaron la atención la mecánica computarizada y, en especial, el por entonces todavía innovador sistema de inyección, una pasión que le llevaría a convertirse en el propietario de Inyecto Motriz, taller ubicado en la urbanización El Pinar de Caracas.
“Descubrí que los inyectores podían rescatarse, que no era necesario reemplazarlos pues con ultrasonido es posible desprender las partículas que los obstruyen”, comenta Vieira, quien agrega que gracias a su curiosidad logró determinar cuáles eran las piezas que tras la limpieza necesitaba recambio, consiguiendo que se trataba de partes sencillas que podían sustituirse sin mayores contratiempos. El siguiente paso fue crear un kit para la reparación de inyectores que en un principio comenzó a vender a sus clientes, pero que poco a poco fue ganando espacio en otros locales de reparación y en los anaqueles de las ventas de repuestos, al punto de convertirse en la marca propia Inyecto Motriz, que hoy vende 93 diferentes kits de reparación que, según Vieira, sirven a 100% de los modelos de autos que circulan en el país. “Analizo cada modelo de auto que se lanza en el país para crear un kit que pueda servirle. Solo en las últimas semanas salieron tres nuevas versiones”, dice, al tiempo que refuerza que se trata de un producto hecho en Venezuela, con tecnología local y personal venezolano.
Además de posible, el rescate de los inyectores representa un ahorro más que importante para el propietario de carros, pues la sustitución del equipo es 32 veces más cara que la reparación, tomando en cuenta que reemplazar un solo inyector (el juego es de cuatro) puede costar entre Bs. 860 y Bs. 1.800, dependiendo de la calidad y procedencia de la pieza, mientras que el kit de reparación cuesta apenas Bs. 560, a lo que solo debe sumarse el costo de mano de obra. Adicionalmente, el rescate de los inyectores tiene sus implicaciones ambientales, pues ahorra desperdicios y evita la adquisición de nuevas piezas. Vieira explica que cada kit requiere de 60% de partes importadas, por lo que en el último año ha sido bastante complicado hacerse con los insumos necesarios para armar el dispositivo. “Entre mis planes a futuro están fabricar los sellos que necesitamos para el kit, pero por ahora no es posible, pues se requiere de una inversión muy alta”, comenta, al tiempo de recordar que aun fabricando estos artículos será preciso importar materia prima, por lo que siempre habrá un grado de dependencia de material foráneo. En cuanto a las piezas nacionales, Vieira dice que pese a inconvenientes ha sido posible lograr el abastecimiento de los insumos producidos en el país.
Vistos los buenos resultados del kit desarrollado por un mecánico caraqueño, un grupo de inversionistas se interesó por el producto y tras conversaciones con su creador se decidió comercializarlo en otros países. De allí surgió una alianza que desde el sur de Estados Unidos distribuye el kit en ese país y en varias naciones centroamericanas, con la aspiración de llevarlo a otros mercados de la región, en especial Brasil, país cuya idiosincracia y similares características del parque automotor, lo hacen apetecible. Por otra parte, Alfredo Vieira quiere franquiciar su concepto. “Es una idea que ha surgido en los últimos tiempos y estamos desarrollando el proyecto”. Y explica que la idea es crear centros de diagnóstico y reparación que, basándose en su producto, facilite y abarate el mantenimiento de esta importante pieza del motor. Fuente EMEN.
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