Tras conocerse los resultados de la décima subasta del SICAD, fue anunciado que sería la última del año, paralizando la economía de un país netamente importador de casi todo lo que consume. Hay que recordar que según fuentes oficiales, este mecanismo contribuiría a disminuir los niveles del dólar en el mercado paralelo, sin embargo, se observa que los resultados no han cumplido los objetivos.
Aunado a ello, la escasez de productos básicos se ha incrementado como lo revelan las cifras del Banco Central de Venezuela. Hasta hace pocos días el gobierno obligó a los comerciantes a disminuir los precios de las mercancías, en parte debido a que existe mucha especulación por parte de empresas que reciben divisas a tasa oficial. Cabe la pregunta ¿En verdad las reciben? o ¿Son adjudicados pero no les liquidan?. Esta medida desató una especie de viernes negro venezolano, con una gran cantidad de compradores apostados en las puertas de comercios (principalmente de electrónica y línea blanca), en parte porque estamos en la época del año de mayores ingresos del trabajador venezolano y ellos sienten como la inflación elevada les disminuye sobremanera su poder adquisitivo.
Países en crecimiento como China cuya ideología es similar a la del actual gobierno venezolano dictan medidas capitalistas para beneficio de su nación pero en nuestro país sucede lo contrario, con mayores controles y castigos, que en nada estimulan la inversión y producción nacional. El BCV al restringir el acceso libre a las divisas, enaltece dichas monedas en detrimento del bolívar fuerte. Su función es la de proteger nuestro signo monetario por lo que debe dedicarse a fortalecerlo y generar confianza al inversionista para que no siga la salida de capitales que se ha potenciado en los últimos años.
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