La inflación es uno de los principales problemas de la economía venezolana, y entre los expertos se debaten si calificarla de estructural o como producto de la inercia. Analistas destacan que el alza persistente de los precios que se observa en el país desde hace años es el resultado de medidas gubernamentales inconvenientes. Pero en los últimos tiempos, esta presión alcista sobre bienes y servicios se ha acentuado ante un mayor uso del gasto público, que se ha ejecutado ampliamente en tiempos de campañas electorales. Especialistas consultados señalan que en Venezuela, en períodos de fuerte incremento de los precios del petróleo, siempre se elimina la restricción presupuestaria, lo cual permite al Gobierno agrandar su gasto sin la necesidad de subir los impuestos. Destacan que esta situación, absolutamente privilegiada de los llamados petro-estados, permite comprar voluntades y mantener adeptos.
Sin embargo, el aumento de las erogaciones del Estado atenta contra la salud de la economía, ya que este tipo de medidas se ejecuta a costa de mayores presiones en el mercado cambiario y por ende en la inflación, cuyos resultados anuales se han mantenido en los dos dígitos. Venezuela es un país de constantes eventos electorales, pero también de un alto costo de la vida. En la última década, se observa, por ejemplo, cómo se incrementó el gasto público en el año 2006 con la realización de las elecciones presidenciales. Durante ese período, la cifra de las erogaciones alcanzó 157.015 millones de bolívares fuertes contra los Bs.F.92.562 millones de 2005. Esto sucedió mientras la tasa de inflación pasó de 14,4% en 2005 a 17% en 2006. En el año 2008 de elecciones regionales y municipales, el gasto del Gobierno finalizó en 202.408 millones de bolívares fuertes y se registró una inflación de 30,9%, la tasa más alta en la historia económica de la actual administración.
En un informe realizado por la firma Ecoanalítica se destaca que más de 80% de las variaciones de la popularidad presidencial puede explicarse con el incremento o disminución del gasto público y los cambios en el mismo. "La principal variable que explica su alta, aunque decreciente, popularidad es el gasto fiscal: ocho de cada 10 veces que el gasto público en términos reales sube (o baja), la popularidad del Presidente también se incrementa (o reduce)", señala el reporte. "Debemos recordar que aunque se gaste más, ese dinero que se distribuye también rinde cada vez menos. Pero al final, el Gobierno decidirá gastar más, aunque eso genere mayor inflación, porque la relación popularidad-gasto es muy fuerte", destaca Asdrubal Oliveros. "En el año 2006, el Gobierno tuvo que gastar alrededor de 4.200 millones de dólares para generar un punto del PIB (Producto Interno Bruto), pero en el año 2008 para generar el mismo punto de crecimiento económico, tuvo que gastar 13.000 millones de dólares".
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