El dólar paralelo, negro o el innombrable es aquel al cual acuden aquellos importadores a quienes no se les han asignado divisas mediante Cadivi al tipo de cambio oficial, ni tampoco por la vía del Sistema Complementario de Administración de Divisas. Por su parte, el dólar Sicad es aquel que, mediante subasta, se adjudica a los solicitantes favorecidos en la convocatoria respectiva. Las autoridades financieras no fijaron en la correspondiente convocatoria los criterios a utilizar para la asignación de divisas. Se limitaron a expresar, luego de la adjudicación, que habían empleado "multicriterios" para tal adjudicación.
Se intuye que dentro de ese mundo misterioso de los "multicriterios" debieron haber pesado el precio y la cuantía de las diferentes posturas, la incidencia en el desequilibrio fiscal, las consecuencias inflacionarias y el mensaje hacia los diversos agentes económicos. Es de destacar que el destino de las divisas asignadas era para nuevas importaciones, no para pagar deudas provenientes de anteriores compras, lo que deja abierta la sed de divisas de las personas jurídicas para honrar obligaciones pendientes.
Para que el dólar paralelo no continúe su feroz escalada, además de subastas recurrentes e incrementos sucesivos en los montos de las mismas, deben atacarse problemas de fondo, tales como el incremento de la producción de crudo, la revisión de la geopolítica petrolera, el ajuste de los precios internos de la gasolina, así como la apertura a la inversión privada para la producción de bienes y servicios actualmente importados que serían objeto de ajustes periódicos en los precios. De esa manera, ingresarían más divisas y disminuirían las que se emplean para importaciones de bienes y servicios, especialmente en el sector alimentario, y se crearía un entorno de confianza que impulsaría el crecimiento económico que, de sostenerse en el tiempo, desincentivaría a los demandantes a acudir al mercado paralelo de divisas. Fuente: EMEN.
Se intuye que dentro de ese mundo misterioso de los "multicriterios" debieron haber pesado el precio y la cuantía de las diferentes posturas, la incidencia en el desequilibrio fiscal, las consecuencias inflacionarias y el mensaje hacia los diversos agentes económicos. Es de destacar que el destino de las divisas asignadas era para nuevas importaciones, no para pagar deudas provenientes de anteriores compras, lo que deja abierta la sed de divisas de las personas jurídicas para honrar obligaciones pendientes.
Para que el dólar paralelo no continúe su feroz escalada, además de subastas recurrentes e incrementos sucesivos en los montos de las mismas, deben atacarse problemas de fondo, tales como el incremento de la producción de crudo, la revisión de la geopolítica petrolera, el ajuste de los precios internos de la gasolina, así como la apertura a la inversión privada para la producción de bienes y servicios actualmente importados que serían objeto de ajustes periódicos en los precios. De esa manera, ingresarían más divisas y disminuirían las que se emplean para importaciones de bienes y servicios, especialmente en el sector alimentario, y se crearía un entorno de confianza que impulsaría el crecimiento económico que, de sostenerse en el tiempo, desincentivaría a los demandantes a acudir al mercado paralelo de divisas. Fuente: EMEN.
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