Ciertamente el título está cargado de una dosis de sarcasmo debido a que si bien la afirmación realizada es cierta, la misma no aplica para la economía venezolana sino la de otros países. Desde el año 1999 hemos escuchado en repetidas oportunidades el discurso de que Venezuela se convertirá pronto en una nación con menor dependencia extranjera en materia alimentaria, sin embargo, los hechos indican otra cosa.
Para citar un ejemplo, notamos como rubros como el arroz blanco, cuyo precio se encuentra reguladado, ha ocasionado que muchos cultivadores del grano dejaran de hacerlo por la poca rentabilidad que su cosecha produce actualmente, pero notamos países como Guyana que nos vende el mismo rubro con un sobreprecio de 58% por encima del valor del mercado mundial.
Es decir, se prefiere pagar más caro por el producto a una nación extranjera que impulsar la siembra en el país, incentivando el empleo foráneo. Otro caso es la exportación de cemento a Bolivia para desarrollar obras, a pesar de la escasez existente en Venezuela debido a los problemas técnicos de operatividad que han tenido las cementeras desde que fueron nacionalizadas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario