Viajeros guardan la maleta en tiempos de devaluación. El
fantasma que saca más bolívares por cada dólar ronda Venezuela cada vez que se
aproxima el fin de año, en una economía que tiene una década con control de
cambio. Son las personas naturales quienes más sienten su efecto. En enero
de 2010, luego de siete años con un cambio a Bs.2,15 por dólar, el Gobierno
devaluó la moneda en 100% y estableció la paridad en Bs. 4,30 por dólar, pero
conservando una tasa de Bs. 2,60 para bienes esenciales; entonces, las
solicitudes para consumos en el exterior cayeron en el primer trimestre de 2010
en 84% respecto al mismo período de 2009.
Ya para el primer trimestre de
2011 los viajeros venezolanos habían asimilado el efecto y las solicitudes de
divisas para viajes al extranjero volvieron a subir. A esto se suma que
Cadivi en 2009 recortó a la mitad la asignación del cupo para viajes, al bajarlo
de $5.000 a $2.500, y antes había hecho un recorte en el renglón de compras
electrónicas de $3.000 a $400 anuales. Luego de todas esas medidas, la
necesidad de devaluar siguió latente, y en 2010 el Ejecutivo lo hizo de nuevo,
creando el Sistema de Transacciones con Títulos en Moneda Extranjera (Sitme), un
mecanismo cuyo valor de cambio mínimo es de Bs. 5,30 por dólar y al que migró
parte de las solicitudes que atendía Cadivi. En 2011 se unificó el tipo de
cambio a Bs. 4,30 por dólar para todos los bienes y servicios que requerían
divisas, y más rubros migraron al Sitme.
El economista José Luis
Saboín recuerda que aunque una devaluación tiene impacto en los alimentos
importados y en las materias primas usadas en la producción nacional, la
devaluación del 100% hecha en los últimos dos años solo varió la inflación en un
punto porcentual. "Esto pasa porque no es una relación directa en este tipo
de economía controlada y donde las empresas tienen miedo de que las expropien, y
donde hay tantos sectores que dependen de los diferentes tipos de cambio", dice. De darse una devaluación, cree que el impacto sobre la inflación pueda estar
entre ocho y 10 puntos más que este año. "Esperamos que la inflación cierre
este año en 18%, con devaluación creemos que el año que viene podría ubicarse
entre 26 y 28%", indicó. Para Saboín en una situación
donde se tiene que importar a un cambio diferente al oficial, a precios muy
variables, entonces no se trata de un impacto de precio sino del acceso a las
divisas. "Ahí ya hay una devaluación disfrazada", afirma. Saboín indica que de hacer ajustes las ventajas
fiscales serían muchas, pues mejora la condición del déficit fiscal y la
situación de la competitividad. "Aquí con un cambio fijo, controlado y con una
inflación de 20% lo que vas a tener es incentivos a importar, si de verdad
quieres construir un modelo que sea productivo la devaluación debe venir". Fuente: EMEN.
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