Los indignados siguen protestando, y esta vez en la Universidad de Harvard, uno
de los centros de formación universitaria de la tecnocracia económica de los
Estados Unidos, que ha sido la cuna intelectual de varios premios Nobel en
economía. Allí en días recientes los 700 estudiantes de la cátedra de
Introducción a la Economía (Economics 10) aguas adentro, levantan su voz de
protesta abandonando la clase de su profesor Gregory Mankiw, economista y autor
de uno de los manuales de macroeconomía más utilizado en las escuelas de
economía dentro y fuera de Estados unidos, además de haber sido asesor del
Presidente George W. Bush.
La protesta se ha hecho para exigir a las autoridades
nuevas perspectivas académicas, ante un programa acartonado que sigue
privilegiando en sus contenidos y enfoques la corriente de un neoliberalismo
anclado en la subjetividad de un modelo económico en crisis, obsoleto e
inhumano, que al ritmo del pensamiento único favorece a las grandes
corporaciones de las finanzas internacionales, arruinando los niveles de
confianza en la "mano invisible" del mercado, y en las recetas del "espejismo
mágico" del Fondo Monetario Internacional. De hecho la indignación de los
estudiantes se debe al vacío intelectual y la corrupción moral de la económica
neoclásica imperante en un mundo académico, cómplice por acción u omisión en la
actual crisis económica mundial. La exigencia va direccionada a redefinir el
papel social del conocimiento universitario, a partir de una visión más crítica,
obligando a sus actores a superar las lagunas unidimensionales del capitalismo y
a optar por un pensamiento más progresista que, a partir de enfoques
alternativos, permita concatenar las diferentes materias curriculares y
dilucidar la realidad del impacto de la economía en el contexto social.
En este
sentido la protesta es altamente significativa, porque abre un compás de
discusión sobre la función social del conocimiento económico e impulsa una
corriente de pensamiento liberador destinado a poner en entredicho el dogmatismo
ortodoxo del credo capitalista de derecha. Mientras esto ocurre, el mundo
financiero internacional sigue estremeciéndose por una crisis de dimensiones
gigantescas, donde la primacía del enunciado para superar las contradicciones
derivadas de los desajustes, sigue siendo la racionalización económica, que debe
ser lograda sacrificando las políticas sociales del empleo, el ahorro,
educación, servicios públicos, etc., lo cual sin duda causa efectos sobre la
gobernabilidad de las democracias, y lesiona la confianza en la integración de
las economías, fortaleciendo el poder del capital globalizado y la hegemonía de
los países poderos, que sin ninguna ética de la responsabilidad, siguen
manejando a su antojo los hilos del sistema financiero para imponer a golpe de
fuerza un autoritarismo de mercado, hecho a la medida de la famosa "Comisión
Trilateral" y del llamado "Consenso de Washington". La decisión de los
estudiantes de la Universidad de Harvard no se puede considerar un capricho de
rebeldía juvenil, sino la expresión más noble de una juventud progresista que
intenta alertar al mundo sobre la obsolescencia de un capitalismo mesiánico que
apoyado en el pensamiento económico idílico de la tecnocracia imperialista, es
incapaz de llenar de contenido social al sistema democrático... Fuente: EMEN.
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