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viernes, 23 de diciembre de 2011

Indignados y la economía

Los indignados siguen protestando, y esta vez en la Universidad de Harvard, uno de los centros de formación universitaria de la tecnocracia económica de los Estados Unidos, que ha sido la cuna intelectual de varios premios Nobel en economía. Allí en días recientes los 700 estudiantes de la cátedra de Introducción a la Economía (Economics 10) aguas adentro, levantan su voz de protesta abandonando la clase de su profesor Gregory Mankiw, economista y autor de uno de los manuales de macroeconomía más utilizado en las escuelas de economía dentro y fuera de Estados unidos, además de haber sido asesor del Presidente George W. Bush.

La protesta se ha hecho para exigir a las autoridades nuevas perspectivas académicas, ante un programa acartonado que sigue privilegiando en sus contenidos y enfoques la corriente de un neoliberalismo anclado en la subjetividad de un modelo económico en crisis, obsoleto e inhumano, que al ritmo del pensamiento único favorece a las grandes corporaciones de las finanzas internacionales, arruinando los niveles de confianza en la "mano invisible" del mercado, y en las recetas del "espejismo mágico" del Fondo Monetario Internacional. De hecho la indignación de los estudiantes se debe al vacío intelectual y la corrupción moral de la económica neoclásica imperante en un mundo académico, cómplice por acción u omisión en la actual crisis económica mundial. La exigencia va direccionada a redefinir el papel social del conocimiento universitario, a partir de una visión más crítica, obligando a sus actores a superar las lagunas unidimensionales del capitalismo y a optar por un pensamiento más progresista que, a partir de enfoques alternativos, permita concatenar las diferentes materias curriculares y dilucidar la realidad del impacto de la economía en el contexto social.

En este sentido la protesta es altamente significativa, porque abre un compás de discusión sobre la función social del conocimiento económico e impulsa una corriente de pensamiento liberador destinado a poner en entredicho el dogmatismo ortodoxo del credo capitalista de derecha. Mientras esto ocurre, el mundo financiero internacional sigue estremeciéndose por una crisis de dimensiones gigantescas, donde la primacía del enunciado para superar las contradicciones derivadas de los desajustes, sigue siendo la racionalización económica, que debe ser lograda sacrificando las políticas sociales del empleo, el ahorro, educación, servicios públicos, etc., lo cual sin duda causa efectos sobre la gobernabilidad de las democracias, y lesiona la confianza en la integración de las economías, fortaleciendo el poder del capital globalizado y la hegemonía de los países poderos, que sin ninguna ética de la responsabilidad, siguen manejando a su antojo los hilos del sistema financiero para imponer a golpe de fuerza un autoritarismo de mercado, hecho a la medida de la famosa "Comisión Trilateral" y del llamado "Consenso de Washington". La decisión de los estudiantes de la Universidad de Harvard no se puede considerar un capricho de rebeldía juvenil, sino la expresión más noble de una juventud progresista que intenta alertar al mundo sobre la obsolescencia de un capitalismo mesiánico que apoyado en el pensamiento económico idílico de la tecnocracia imperialista, es incapaz de llenar de contenido social al sistema democrático... Fuente: EMEN.

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